Las plataformas hipersónicas suponen un reto para las campañas de ensayos en vuelo debido a los perfiles y entornos de vuelo de la aplicación. El entorno hipersónico se clasifica generalmente como cualquier velocidad superior a Mach 5, aunque existen distinciones más precisas como «hipersónico alto» (entre Mach 10 y 25) y «reentrada» (por encima de Mach 25).
Las velocidades hipersónicas van acompañadas, en general, de una pequeña distancia de choque. A medida que aumenta el número Mach, la capa de entropía del aire alrededor de la plataforma cambia rápidamente y se producen flujos vorticales acompañantes. Además, una cantidad significativa de calentamiento aerodinámico hace que el aire alrededor de la plataforma se disocie e ionice. Desde el punto de vista de las pruebas de vuelo, esto es importante porque el plasma y la ionización interfieren con los canales de radiofrecuencia (RF). Estas interferencias reducen la fiabilidad de los enlaces de telemetría y deben emplearse técnicas de reserva para garantizar la recepción de los datos adquiridos. Además, el paquete de instrumentación de pruebas de vuelo (FTI) debe funcionar de forma óptima y captar las mediciones de aceleración, temperatura y vibración más elevadas que experimenta el vehículo hipersónico.
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