Hoy en día, en Estados Unidos, las grabadoras de voz de cabina (CVR) utilizadas en aviones comerciales sólo están obligadas a capturar y almacenar dos horas de información de audio. Después de dos horas, la información más reciente se pierde cuando el CVR, debido a su limitada capacidad de almacenamiento, graba sobre las conversaciones anteriores de la cabina. Con frecuencia, la información de interés se pierde porque se grabó al principio de un vuelo de varias horas. Para cuando el avión aterriza, el CVR puede haber reescrito varias veces la información crítica deseada.
Está claro que limitar la capacidad de grabación del CVR a dos horas es insuficiente. Ejemplos oportunos son el reciente vuelo de Alaska Airlines durante el cual se perdió un tapón del fuselaje. Tras el incidente, el vuelo continuó hasta Portland, Oregón, y cuando un mecánico pudo extraer la grabadora, la comunicación ya se había sobrescrito. En el caso de una dramática incursión en pista el año pasado en el aeropuerto internacional John. F. Kennedy de Nueva York, los pilotos emprendieron un viaje de varias horas a Londres tras casi chocar con otro avión de pasajeros cargado. Una vez más, las comunicaciones entre aviones del ATC se sobreescribieron durante el vuelo, lo que dificultó considerablemente un elemento vital de la investigación posterior.
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